domingo, 18 de abril de 2010

Esther.


Esther es una avejentada y adinerada mujer que en sus “viejos buenos tiempos” solía escribir. Ella se olvidaba de todo asunto al momento de postrarse frente a la maquina de escribir, incluso su amado esposo pasaba a segundo y a veces al tercer plano en la existencia de Esther. Era sólo ella y las letras, ella y aquella vieja maquina, ella y su arte.
Hoy día Esther habita una enorme casa, su amado esposo se ha marchado para siempre, y la artritis apenas y le permite sostener sus lecturas favoritas para repasarlas una y otra vez hasta el cansancio. Pasa la mayor parte del día sentada sobre una silla junto a un árbol del jardín, a su lado otra silla que se encarga de sostener su sombrilla y su bolso. Suele leer hasta caer dormida en la silla, en el jardín, sola.

Esther se ha quedado dormida de nuevo en el jardín con su libro en la mano. En breve comienza a tener un sueño mezclado con una remembranza acerca de ella y su amado en un restaurante elegante.
Esposo.- ¡Amor mío! Qué bien que dejes descansar una noche la maquina de escribir y viniéramos juntos a este restaurante.
Esther.- Fue difícil, pero creo que ha valido la pena, he de decirte, amor, que no he tenido noche tan maravillosa en años.
Esposo.- Además… ésta no es una salida ocasional. Déjame decirte, tengo algo muy importante que comunicarte, querida.
Esther.- (Extrañada) ¿Y de qué se trata?
Esposo.- Verás… se trata de algo sumamente importante…
Esther.- Ya veo… ¡Oh mira! ¡Me encanta como canta esa mujer! (tomándole de la mano) guardemos silencio un rato amor.
Esposo.- Pero…
Esther.- ¡Anda! Sea lo que sea puede esperar para el final de una canción.
Esposo.- Bien…
Dueño del restaurante.- ¡Señoras y señores! Para mi es un placer el presentarles a esta talentosa mujer, desde Los Ángeles California ¡Martha Stuart! Quien hoy nos recitará una bella poesía…



De cara al mundo está mi pasión
Y te pido con sumo cuidado
Que tengas algo de compasión
Llévame ya de tu lado

Hoy no tengo lugar
No merezco un compañero
Anda déjame jugar
Y verás cuanto te quiero

Busco un brazo salvador
Que me de lo que yo espero
Nada más que un redentor
Ya verás cuanto te quiero…

Ella se despierta de repente, y de ratos no sabe de su ubicación. Se posa en la silla de la manera más extraña que encontró, con la mirada fija en el viejo portón de entrada. Como si esperara su llegada. Su regreso, pero nada. Una lágrima de nostalgia recorre su mejilla. Se levanta a paso lento y se introduce a su hogar, ya es tarde. Adentro toma un gran respiro, mira a su alrededor, fotos y más fotos, recuerdo tras recuerdo. No sabe cuanto tiempo más ha de esperar para su eterna reunión. Lo más rápido posible va a su habitación, toma el vestido que usó en aquella cena, en aquel sueño, y se lo pone; ahora se contempla maravillada en el espejo por horas, y después se echa a llorar.
Aún con los ojos sollozando, se pone su mejor perfume, se maquilla sin importarle que se corra todo por su cara gracias a las lágrimas, ella es y será a fin de cuentas una gran mujer hermosa.
Sale de casa, cosa que hace al menos 6 meses no hace. ¿Su rumbo? El gran centro de la ciudad.

Quizá no sepa para donde me dirijo, realmente nunca supe nada de eso, yo sólo quiero salir, sé que lo puedo encontrar, él me lo debe decir, lo tengo que escuchar.
Sé que para mi cruzar las calles ya es todo un reto, pero al momento de cruzar esa gran avenida me he fijado a un rumbo. ¡Claro! ¿Cómo no lo pensé antes? ¡Si ese siempre fue su lugar preferido!.
Estas calles no se miran muy agradables, espero no haberme perdido, yo nunca prestaba mucha atención, él siempre me llevaba del brazo a donde le pidiera mientras yo no pensaba en nada más que lo cerca que estábamos, nunca hice caso al camino salvo unos cuantos lugares que frecuentaba en solitario, por suerte mi meta es uno de ellos, así que reconoceré el terreno al menos una cuadra antes. Sólo deseo que me diga eso tan importante.
¡Ya casi llego! Espero que aún recuerde tan importante noticia, no debí dejar pasar tantos versos y canciones de aquella mujer…!listo! ya estoy aquí, pero… está cerrado… La ventana me rebota una imagen de nostalgia, la ciudad, el negocio, él, yo, nosotros ¿Qué estoy haciendo aquí?