sábado, 15 de diciembre de 2018

Se acabó

Todo es tan distinto. Esta libreta rota, las pastas perdidas, las ansias corroídas. No sé, todo es tan absurdo, no hay propósito entre mis más queridos seres. Todos estamos llenos de miedo, no podemos ser honestos entre nosotros. Hay un mar entre cada individuo. Nuestro afán por querer ser autosuficintes nos ha orillado a la soledad absoluta. Esta palabras, tan absurdas como efímeras se irán, se esfumarán. No hay sentido, no hay propósito. No hay amor y no hay fe. Se acabó. Todos estamos llenos de vacío y todos estamos llenos de respuestas. Todos estamos solos y todos vamos a morir.

domingo, 8 de enero de 2017

Un uno entre paréntesis



























Un uno entre paréntesis

Me quita el sueño,
lo miro y hago como que no,
de reojo lo percibo,
su señal es inconfundible
y la distancia
totalmente nula,
pero no me atrevo.

Un dos entre paréntesis

Son las dos a-eme
y el contador va lento
aún no me atrevo a mirar,
a descifrar
lo que aquél número enorme
justo al lado de la tierra
tiene para mí.


Un tres entre paréntesis

La euforia crece
del dúo pasé al trío, y sin siquiera
saber,
pasé del cero a la izquierda
al tres
a la derecha, derecha
padre, padre tierra
azules son tus aguas
tristes son tus fieras.

Un cuatro entre paréntesis

El reloj no lo miro, ni de reojo
le rehuyo al tiempo,
encontré mi propia forma
de inmortalidad
en este olvido de todo aquello
que alguna vez
me importó.
¿Qué tienes, número cuatro, para mí?

Un cinco entre paréntesis

El sol sale y no me percato
yo salgo y el sol
no se percata
la luna me cuida,
como a todos
vela mis más retorcidas añoranzas
y mis más íntimos deseos.
Qué puede ser mejor que eso
Nada,
respondió una voz
metálica y borrosa.
Al otro lado de la pantalla.

Un seis entre paréntesis.

Sólo los comentarios,
sólo los pulgares,
firmes y aprobatorios
sólo las reacciones,
que resumen mi sentir
Sólo eso vale más
Seis,
tres veces,
seis.


Un siete entre paréntesis

Fortuna me llama,
me seduce y escupe
la suerte es horizontal
y también diagonal
tiene dos líneas
que si se separan
no significan nada, nunca.
Pero si se unen, crean
sagrado número 
 

domingo, 27 de noviembre de 2016

Elogio al ocio

Me gustaría iniciar con un cuestionamiento que pudiera parecer por demás inocente, pero al cual sugiero se preste atención, ¿Es necesario ser productivo a toda hora?, la respuesta puede sufrir de ciertas variantes dependiendo del interlocutor y su temple. Es entonces cuando uno puede dar cuenta de la cantidad de respuestas forzadas que puede encontrarse, es decir, muchos individuos basarán su respuesta en una argamasa de sentires generalizados y generados a partir de las políticas de producción de nuestro tiempo, no por nada el dichoso “Time is money” resulta tan agridulce a la par que se pronuncia. Ahora bien, aunque no todos los individuos están de acuerdo con estas posturas, mismas que exigen una producción desmedida que alimenta intereses ajenos a los propios, hay quienes las defienden férreamente, a tal grado de terminar demeritando virtudes humanas que nada tienen que ver ni hacer con los aires de crecimiento monstruosos que pretende la nueva era., tales como el ocio, ¿Qué si el ocio es una virtud? He aquí otro cuestionamiento que pudiera parecer estar empapado de inocencia. Mi respuesta seria un contundente “¡Por supuesto que los es!” y en definitiva y personalmente defendería al ocio por encima de la prisa o de la mentada “necesidad”, antes consideraría necesario alimentar el espíritu y qué mejor manera de hacerlo que a través de actividades o no-actividades ociosas para el re-descubrimiento de la aptitudes propias. A veces nos desempeñamos de manera magistral en el trabajo, pero muchas veces este trabajo no es algo en lo que realmente quisiéramos invertir nuestros días, muchas otras veces dichas empresas laborales dejan apenas un poco de tiempo para el descanso y apenas nada para el ocio, por lo cual muchos quedan encerrados en un circulo vicioso que acaba por consumirles el espíritu.
Si miramos a nuestro al rededor nos encontraremos con un mundo absurdo, que muy difícilmente podría sorprendernos, si caminamos por los pasillos del centro de la ciudad encontraremos tiendas de recuerdos y establecimientos de comida, todo muy colorido, pero si nos aproximamos a estos establecimientos encontraremos un montón de muestras de cosas maravillosas que el hombre ha hecho a raíz de su propio ocio y contemplación, desde las comidas más exóticas hasta esos simpáticos alebrijes que contonean sus cabezas de un lado a otro. Es más. Basta con mirar los establecimientos, observarlos por fuera y por dentro, ¿No es un edificio cuyo plano es único en su tipo una muestra virtuosa del ocio? Seguro que lo es, todo cuanto nos rodea y al miso tiempo nos sorprende tan poco alguna vez fue objeto de la fascinación e algunos individuos, todos ellos, con el tiempo suficiente y la calma necesaria para idear e innovar, sin seguir procesos de producción acelerada o forzada. Es así pues, que el ocio puede presentarse a sí mismo como madre de la creatividad, madre vapuleada y mal encarada hoy en día, pues sus vástagos ahora se revelan contra ella y le acusan de evitar que algunos seres humanos no sean tan productivos como ahora está establecido. Es el ocio una herramienta infalible para la creatividad, si no necesaria.
Fue el fantástico Rabelais quien reveló la manera en que escribió las fantásticas aventuras de los escatológicos, pero gentiles gigantes Gargantúa y Pantagruel, él mismo menciona al inicio que su libro fue escrito durante sus rtos más ociosos, es decir, mientras comía, descansaba o bebía. Asimismo advierte que por esto mismo su libro no h de ser tomado realmente de forma seria, pero muy a su estilo termina contradiciéndose, puesto que advierte que muy en el fondo de los chascarrillos sucios que en su narración se hallan, hay un significado y una crítica que ameritan ser escuchados. Es por eso que el ocio no ha de tomarse a la ligera, y quienes lo hacen de tal modo es porque, además de haber mermado su capacidad de asombro, también han sucumbido ante las normas de un sistema que no entiende de individualidades y espíritu creativo, si o mas bien de una terrible usura disfrazada de progreso.. El progreso ha sido el estandarte, pero no todo está perdido y es que para la creatividad total y honesta no se requiere más que la libertad del pensamiento y librares, aunque sea por un momento, del lujo cotidiano, que cada vez nos fuerza más a vivir en la inmediatez. Por eso hemos de atesorar los momentos más ociosos, pues pueden resultar los de mayor producción, aunque dicha producción no sea afín a lo establecido, es producción a fin de cuentas, y de las ideas tan disparatadas y sucias pude surgir algo tan brillante como el oro. Algo que nos haga cambiar. Es necesario pues elogiar al ocio, darle su justo valor y su mérito como posible fundador de todo lo que conocemos en nuestro mundo civilizado. La hoja en blanco, el lienzo virgen o la placa liza, de metal son cómplices perfectos del sagrado ocio.; vamos, inclusive el papel higiénico puede gozar de este privilegio, ¿Quién no se ha sumido en profundas contemplaciones al momento de hacer sus necesidades? La larga contemplación de un muro o una techo puede resultar en una explosión imaginara, puesto que la pareidolia hace de las suyas, invitamos a nuestro cerebro a dar formas familiares a figuras amorfas. Podemos volver al campo de lo culinario y observar cantidades de platillos que nos harán preguntarnos de qué manera se le ocurrió tal cosa a sea quien sea que haya ideado dicho plato. Es el ocio, un ocio bien enfocado, bien amaestrado, que se mantiene lejos del vicio para una producción limpia, honesta y que aveces coquetea con el mismo en busca de inspiración.
Elogiemos pues, al sagrado ocio, madre ilegitima de muchos de los placeres, beneficios y objetos que nos atañen a diario, detengamos un poco el ritmo y observemos., nunca dejemos de hacerlo, pues nunca se puede saber en qué momento de ocio surja algo que nos deslumbre a todos. La pregunta inicial del texto puede quedar al aire o no, puede ser respondida por todos, aunque me gusta pensar que la respuesta reside ahí mismo; el ocio es productividad, el ocio es virtud que pocos practican de forma magistral y de la cual pocos aprovechan su dulce usufructo. Seamos ociosos, pues y olvidemos aquello que estorba. Todo lo que merme nuestra creatividad y libertad de pensamiento es enemigo, el ocio no lo es.


*Escrito sobre una cama, en calzones, fumando un porro... ¡Al carajo!

miércoles, 23 de noviembre de 2011


El otro día vi a un tipo que se tropezó en la banqueta, casi en frente de mi casa, él hizo un contacto mínimo conmigo, apenas un roce. Sin embargo el individuo me pidió disculpas, no pude evitar reír como estúpido (Claro, me reí después de que él pasó). Hoy me tropecé y me alcancé a agarrar con un poste, una señora me vio y se detuvo. Casi nos tocamos, pero no hubo roce alguno; la señora me preguntó si me encontraba bien. Yo me disculpaba, le dije que todo estaba bien, sentía que en ella recaía cierta culpa de lo que me había sucedido. Le dije con los ojos rojos y chillones que todo estaba bien, incluso hice una broma acerca de cómo me sostuve con el poste... ¿La hice?

Yerba mate, ¿Quién gusta?

Hay una pústula en la carretera. La gente del gobierno ha querido retirarla, puesto que ha habido uno que otro volcón gracias a la peculiar protuberancia que yace en medio del camino. El gobierno no puede quitar la pústula, la pústula viene del rincón más recóndito de la tierra... ¿Rincón?, he querido decir que viene del CENTRO mismo de la tierra. Cuando la tierra tiene ganas de exprimirse a sí misma, genera protuberancias que salen en sitios aleatorios de la superficie. Hay un zumbido que produce una luz que instalé sobre mi cama. Me está volviendo loco. Es una luz fría, es como de laboratorio.
Quiero decir que las paredes también guardan animales dentro, ha habido casos de animales (Más específicamente, reptiles) que yacen atrapados en piedras, viven ahí o más bien permanecen en "Animación suspendida". Sea cual sea su origen, sin duda tienen que ver con el grano que le salió al pavimento. ¡Retírelo señor gobernador!

Habiendo tantas bolsas de basura en la calle no fui capaz de patear ninguna. Hubiera querido quemar alguno de esos botes de basura grises que colocan en los postes y que durante el atardecer generan una sombra que más bien parecen un par de testículos y un miembro erecto. He visto muchos botes de aquellos derretirse, soy un tipo como cualquiera, en demasía común. Mi visión acerca de la sombra del poste de luz y los botes de basura no es más que la de cualquier hombre. Si fuera un pensador nato, un experto en el análisis de las situaciones, yo sería capaz de vislumbrar en la sombra de aquél poste algo más, algo menos fálico. Quizás vería en aquella sombra a un padre tomando de la mano a su hijo, quizás vería a un par de luchadores de la AAA. Si fuera un poquito menos simple podría persuadir a otros de la belleza que desprende la sombra del poste y los dos botes... Pero no, no veo más allá. Ahí no hay más que un albur, un juego de sombras.

El viaje a casa es más largo, más largo y menos bello. Hay una mujer en el autobús, sólo una y está tirada, buscando algo que perdió bajo su asiento. Es la hora de bajar, no es el lugar donde está casa, pero necesito caminar. Yo hablaba de las calles y se su repentina y desoladora belleza de noche. Hablé de las sórdidas casas que desde afuera parecieran armatostes lamentablemente averiados, como lavadoras sin uso alguno, lavadoras de personas con lavadoras de ropa adentro. Casas de muñecas feas que poco tienen que ver con las muñecas, muñecas feas sin contexto. ¡Ay de mí que miraba todo con el engañoso lente de la belleza exacerbada! “A veces me siento en demasía enamorado de las calles” decía yo con el tono de un triste vagabundo que escribe poemas y los vende en la plaza pública los fines de semana. Las calles desiertas de noche, bañadas en ese amarillento fulgor que desprenden las bombillas del alumbrado nocturno; las calles en demasía seductoras, que en demasía me embriagaban con su magia desoladora, las calles que ya no me importan. Miro las bolsas de basura y quisiera tomar una para tragarme todo el contenido. No veo realidad más auténtica que los desechos, aquello que tiramos y hacemos de cuenta que nunca existió, esas cosas que transformamos de su sublime envoltorio al deplorable despojo inservible que más tarde hemos de tirar al bote de basura, el cual se encuentra descaradamente envuelto con una bolsa, y la bolsa al ser llenada se cierra, se cierra para envolver los sublimes envoltorios que ahora son sublimes despojos. Y esos sublimes despojos terminan en la serranía a las afueras de la ciudad, en algún punto en el que se arrojan y se olvidan. Bajo el mismo contexto estoy yo, pero no estoy solo, ahí abajo, arrojados y olvidados conmigo están todos. Todos somos despojados y arrojados siempre. Lo único que nos diferencia de los desechos que yacen en el basurero municipal es que somos reciclables. Por eso la idea del reciclaje nos es tan simpática, tan aceptable, tan reciclable. Ciertas compañías de teatro, grupos musicales y demás entidades tienen su público reciclable. Y sobreviven a partir de él. La idea del reciclaje no es un bonito gesto de amabilidad con el medio ambiente. Es la idea perpetua y necia de los seres humanos de que todo lo que fue usado y exprimido hasta el cansancio puede ser utilizado una y mil veces más. Y si de tanto que le fue exprimido en sus “buenos tiempos” ya no puede usarse para lo mismo ¡Qué más da! Puede usarse para mil cosas más que no están implícitas en su origen. Siempre queremos violar aquel designio casi divino que tenemos todos, siempre queremos usarnos una y otra vez para funciones que nadie nos dio, somos las bestias más necias de la humanidad. Los recicladores. Los recicladores de carne.

Menos mal que ya llegué a casa. Soy una muñeca sin contexto.

jueves, 21 de julio de 2011

Ahora las moscas comen carne viva


Ananda - The Durutti Column


Ahora las moscas comen carne viva
e ignoran las sobras que les dejamos
Ahora las moscas comen carne tibia,
y ahora son ellas las que hacen daño

Ahora las moscas comen carne roja, jugosa
Y las gentes corren de una casa a otra
Ahora los parques se libran de zumbidos
Pero no del ruido loco de todos los niños

Ahora las vacas no mueven sus colas cual péndulos
pues estas son devoradas por las moscas antes de eso
Las moscas ya no tienen miedo, eso lo sabemos bien
Ahora buscan carne viva, la he probado; tiene buen sabor

Ahora las moscas te quieren a ti
No les culpo.

martes, 24 de mayo de 2011

El juicio

Blue Lady - René Aubry


Expectantes los ojos pegados a esta pared,
Y pareciera que el cuarto pende de un hilo
y que puede caer, a pesar de mi terco sigilo
Delirantes se pasan las horas, las miradas

Engañosas se pasean a rastras las sombras,
Nacidas de la unión carnal de ventana y luz,
Errante, tras una de ellas, estás tú ¿O soy yo?
Fulgor negro que surge de figura errante…

Sombras se incorporan y me señalan, unánimes,
Figura errante se congela, se cubre la cabeza,
Sombras, aún señalando, se acercan a figura.
Los ojos pegados, expectantes como siempre

Fulgor negro que se disipa, que se esfuma….

El día comienza a ceder ante la noche voraz,
La unión carnal ha dejado de ser posible,
Las sombras, a rastras de nuevo, se desmoronan,
Figura errante se hinca y comienza sus plegarias.
Los ojos expectantes, se cierran, se duermen…

sábado, 23 de abril de 2011

La Piel.


Nunca quise rebasar las barreras
ni indagar lejos de la superficie
tan fácilmente como hoy,
tan tercamente como siempre

Si algún cuerpo funge como templo
Y una mente como herramienta;
Estos se encuentran fuera de tiempo
por alguna razón que no alienta

Hoy la piel como tersa barrera,
Hoy como escondite de lo prohibido,
Hoy la piel como extensa mentira.
A cortarla de un tajo, se ha dicho.